jueves, 20 de marzo de 2008

SEMANA SANTA TOBARRA

Este año me toca volver a vivir la semana santa en Tobarra. Y tocar el tambor es una de esas historias que te encuentras una vez en la vida y que una vez la conoces ya no eres capaz de dejarla escapar.

Texto extraido de: "El Tambor. Una evolución constante (Historia de los últimos cien años)" Guillermo A. Paterna Alfaro
Hasta el momento no existe documentación escrita sobre el origen de la, probablemente, más antigua de nuestras tradiciones.

El único estudio serio que trata del origen del tamborear en Tobarra es el del investigador José Mª Hurtado Ríos, donde se sostiene la hipótesis aragonesa, más concretamente hijarana: "En Tobarra se toca el tambor por Semana Santa porque nos visitaron (como pobladores o repobladores) aragoneses de Híjar que acompañaron a D. Pedro Fernández de Hixar en tiempos de Jaime I (1266)".

La verosimilitud de este enunciado está ampliamente justificada y apoyada por el minucioso estudio de las circunstancias históricas que rodean el hecho de la repoblación tobarreña siguiente a la reconquista de 1243 y un profundo análisis (hagiográfico, toponímico, costumbrista,...) de Híjar y Tobarra, ratificado por prestigiosos catedráticos.

Las afirmaciones de Hurtado no han podido ser refutadas por estudiosos que posteriormente trataron de este tema tan apasionante.
Artesano Tobarreño

Los testimonios orales de los más viejos de Tobarra -Vicente Esteve Pérez, "Arenas" (1885-1981) y Jesús Onrubia Algarra, "Bajocas" (1886-1987)- nos confirman que sus abuelos ya tocaban el tambor, y lo describen así: "La caja y aros de madera, pieles de cabra apretadas por cuerdas en zig-zag que pasan sobre los agujeros de los aros y que se tensan con badana o baqueta e incluso mojando las cuerdas. Bordones de cáñamo."

Las Ordenanzas Municipales de 1906 dicen del tambor:

"Art. 59. La salida de nazarenos con tambor, podrá efectuarse en la tarde de Miércoles Santo, desde las tres de la tarde hasta terminada la procesión, y desde las cinco de la madrugada hasta la bajada del Calvario de la procesión el día de Viernes Santo.

Art.60. Se prohíbe el uso de toda clase de pitos de hojalata y el de túnicas cortas, rotas o en estado que ofendan a la decencia."

Hacia 1850 aparece el tambor "chafao", de dimensiones exageradas: 60-70 cm. de ancho por 10 de alto (Al apretar se juntaban las pieles). Se reduce el diámetro a 50 cm. y se llega después al de 45 por 12, para, en un paso más, ir hasta el de 40 por 10 que será el tambor corriente hasta 1920, con chapa doble.

Llegará después el de 40 por 20, muy popular en los años treinta y cuarenta.

Por algunos testimonios (Vicente Fernández García en 1988) es posible conocer que hacia 1915 ya hubieran algunos tambores de metal, pero el más claro ejemplar de este revolucionario material será el de Mariano Martínez "El Petro" (1909-1983) en 1932, siendo además el primer tambor de tornos "niquelaos", lisos y agujereados.

En 1934, Francisco Ruiz, Paco "El de la Socorro", hace el que se considera primer tambor de tornos anchos y calados a base de lima sobre alegorías de la Pasión. Manolico “El Aperaor" patenta las cajas pulimentadas.

Este mismo año, Manuel Sahorí García, "El Zoril", saca su tambor de 38 por 17,5, acercándose a las medidas actuales. Es también de metal, tornos anchos, calados y piezas a forja. Aros pulimentados.

En 1940 hay un parón por la escasez de materiales. Muchas piezas han de hacerse en la fragua y se aprovecha cualquier utensilio: asas de cubos, botes de conservas, herraduras, zafras, garbillos,...

Otro gran tambor, sale de las manos de Juan José García Martínez, "Luciano" (1907-1966). Es un trabajo previamente concebido sobre un plano y en el acabado se adorna con pedrería. Utiliza el sistema de cuatro espárragos.

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